miércoles, 19 de agosto de 2009

Teatro

La soledad desparejada que se
sienta esquinada en un rincón,
las aristas conjuradas a clavarse
en la retina,
los números de feria y lotería
sorprenden a la ilusión.


El salón baldío que transciende
más allá de la mísera estancia
de familia hecha pendencia,
hecha desagüe,
costra blanda de la incoherencia
adosada a las nubes de la carne,
desdibujados retazos pasados del
viejo desatino atolondrado
de la pasión.



En todo aquel mugriento recuerdo salado
rige la ley del teatro:
los cordones de las marionetas,
compuestos de un sucísimo barro,
se secan bajo el acalorado golpear
del silencio,
agresión distante y consciente
contra cuanto significaban
siempre
vuestros abrazos.



Una vez.

Una vez abajo,
el telón disiente del texto acordado,
y con trémulas grafías de intestino delgado
rasga sangre, rasga voz,
rasga mentiras
para caer yaciendo,

telón, velada y engaño,
sin recuerdos emparentados,
sin nombre de apellido,
sin aplauso.


viernes, 3 de julio de 2009

prometido

Prometo que el alba te encontrará siempre
desnuda,

prometo que nunca dirás
jamás,
prometo que la sombra de tu mano será
la mía,
prometo dos besos diarios,
uno para la noche, otro para el día,

prometo acompasar el ritmo y la
melodía,
prometo sostenerle al tiempo
la mirada,
por ser nosotros, seremos vida,
prometo cubrirte con el cielo,
salarte con el mar,
ser sentido y pregunta,
silencio y charla,
para llenar tu ombligo
de curiosidad encarnizada,
prometo buscar en tu cuerpo el delirio dibujado
por la ropa más íntima de nuestro ajuar.



Te prometo que uno y uno sumarán
mucho más que dos,
te prometo pequeños momentos de azucar
desparramados en la mesa de cualquier bar,
te prometo ser pan si tu quieres ser
agua,
te prometo soñar.

Prometo un vientre enchido por días,
meses,
con sus mil mañanas,
y cuando el sol se ponga,
saldremos a bañar el rocío
con tus ojos de guirnalda.
Te prometo ser estío,
y luego, inviernos de estufa y manta,


todas las palabras del destino,
la luna y el sol echos anillo,
te prometo mi hogar.



Te prometo el mundo completamente florido,
y si no falto a mi palabra,
prometo no ser más
nada
nada más.


lunes, 29 de junio de 2009

Las dos viejas

En la mano un bolso de abuela.
La vieja, todo sonrisa, con su piel
de naranja y su mirada de cera.

Del brazo la acompaña una amiga,
casi tan antigua como las modas
y las coherencias.
Pasean, aisladas del ruido por
el compartido diálogo de la sordera.



Se caminan los puestos, los jovenes
que meten mano en los vaqueros de sus parientas;
las caminantes comentan,
rien, probablemente ni piensan.
El tiempo está de su parte

en la tierna ingenuidad de un atardecer
del dorado final de la primavera,
la mano, el bolso,
la compañía ineludible sube y baja las ramblas
con el recuerdo como aliado
y la noche entre las piernas.


El oasis

La lengua poética perdida
entre las sábanas de arena,
largos brazos que envuelven
el movimiento de la tierra.
Se quema en un rincón del pasado
la sucia cera de alguna vela.



La mano finaliza su periplo
en el manantial divino del aliento
y la promesa.
El laberinto se torna estancia
de abrigo tibio, de palmera.
La tormenta nos envuelve,
el oasis está cerca.


jueves, 18 de junio de 2009

Federico García Lorca - Ciudad sin Sueño

No duerme nadie por el cielo. Nadie, nadie.
No duerme nadie.
Las criaturas de la luna huelen y rondan sus cabañas.
Vendrán las iguanas vivas a morder a los hombres que no sueñan
y el que huye con el corazón roto encontrará por las esquinas
al increíble cocodrilo quieto bajo la tierna protesta de los astros.

No duerme nadie por el mundo. Nadie, nadie.
No duerme nadie.
Hay un muerto en el cementerio más lejano
que se queja tres años
porque tiene un paisaje seco en la rodilla;
y el niño que enterraron esta mañana lloraba tanto
que hubo necesidad de llamar a los perros para que callase.

No es sueño la vida. ¡Alerta! ¡Alerta! ¡Alerta!
Nos caemos por las escaleras para comer la tierra húmeda
o subimos al filo de la nieve con el coro de las dalias muertas.
Pero no hay olvido, ni sueño:
carne viva. Los besos atan las bocas
en una maraña de venas recientes
y al que le duele su dolor le dolerá sin descanso
y al que teme la muerte la llevará sobre sus hombros.

Un día
los caballos vivirán en las tabernas
y las hormigas furiosas
atacarán los cielos amarillos que se refugian en los ojos de las vacas.

Otro día
veremos la resurrección de las mariposas disecadas
y aún andando por un paisaje de esponjas grises y barcos mudos
veremos brillar nuestro anillo y manar rosas de nuestra lengua.
¡Alerta! ¡Alerta! ¡Alerta!
A los que guardan todavía huellas de zarpa y aguacero,
a aquel muchacho que llora porque no sabe la invención del puente
o a aquel muerto que ya no tiene más que la cabeza y un zapato,
hay que llevarlos al muro donde iguanas y sierpes esperan,
donde espera la dentadura del oso,
donde espera la mano momificada del niño
y la piel del camello se eriza con un violento escalofrío azul.

No duerme nadie por el cielo. Nadie, nadie.
No duerme nadie.
Pero si alguien cierra los ojos,
¡azotadlo, hijos míos, azotadlo!
Haya un panorama de ojos abiertos
y amargas llagas encendidas.
No duerme nadie por el mundo. Nadie, nadie.
Ya lo he dicho.
No duerme nadie.
Pero si alguien tiene por la noche exceso de musgo en las sienes,
abrid los escotillones para que vea bajo la luna
las copas falsas, el veneno y la calavera de los teatros.


jueves, 11 de junio de 2009

Prometeo Encadenado [descarte]

Estoy desnudo,
el cuerno de la noche rasga el sueño
una arista triste, pobre, rubrica
bajo la luz de las farolas
el espejismo cívico del ideal eterno.



Estoy desnudo,
en la calle amplia como el imaginario
insomne del enfermo.
Estoy desnudo,
la calle es tan ancha,
y en los edificios geog´raficos, geométricos
golpean los reflejos coloridos
de mis recuerdos.


Hace un frío que rompe el aliento.
Decido caminar,
tierra adentro de lo profundo,
el sexo incierto.

En un anuncio amurallado por el desconocido desconocimiento
veo mis miembros pálidos,
el cuerpo muerto,

la oscura niebla del inconsciente,
disfrazada de Alicia,
dibuja luces de serpiente
sobre el aire distante, sólido y quieto.

Diría que pronuncié algo.

Había una hija imaginaria, viaje borroso
al fondo del reflejo,
disipando la coherencia sospechosa,
la memoria de olvidados miembros.
Había una hija mía, y no lo recuerdo.

Todo se desvanece,
como en un sueño,
y luego, un espejo.

En lo más hondo del reflejo,
la noche calza mis botas de sujeto.

Sandalias de Granada

Por buscar tus zapatillas,
y tenían que ser blancas,
nos fuimos a Granada

un mes antes de casarnos
la Alhambra entrelazada
y todo por unas sandalias
de cordones de roble y suelas
de cristal ribeteadas de plata.



Lorca, el viejo amigo,
te dirá que estás hecha jazmín,

hecha mirada,
y yo, ojos en mano,

busco tus zapaticos tiernos
desdibujados de guirnaldas

en la noche adiquinada.



Y tenían que ser blancas,
tú que eres bronce almizclado
en curvas de nata,
blancas tenían que ser,
como semilla de las almas,



con el cristal bien distinguido,
princesa de doce campanadas,
por buscar tu calzar de rocío,
nos llegamos a Granada.



Se derrama la luna en los bordes
romos del tímido beso
como el encuentro del ocaso y la alborada
y en el fondo de un estanque,
noche, noche cerrada,
una cajica de cedro
espera tus ojillos de madre,
mar en sombra,
enamorada.


Finis Terrae

 En el final del mundo no hay ventanas os pensáis que se ve bonito y solo se ven heridas, lágrimas un dolor que tapa la ropa que no se dice ...