La fruta rueda por las paredes
de esta casa pálida,me encierro entre las páginas.
la soledad no me acompaña.
El lecho frío, mi taza blanca,
en el fondo del café puedo ver
un día más perdido en la impaciencia,
otra noche nueva que llega sin ser avisada.
Y así, los días sin sentido pasan,
y pasan.