miércoles, 15 de octubre de 2008

El día luminoso

Salgo a la calle.


El cielo del alba era esbelto,


las nubes se acercaban tanto


a los muros y a los vientos


que en su abrazo se veía


el color del sentimiento,




se besan,


pensé,




como cuando el rumor de


olas recorre la playa para


coger la espuma en una mano


y llevársela a los labios.




Bajo aquel instante


de armónico contrabajo


una flauta de bronce


bailaba al son del tambor


de un corazón enamorado.


Las notas y los acordes,


que se iban alternando,


daban muestras de gozo


con su amor acompasado.





Se besan



como los vecinos que se encuentran


aum medios día, medios noche,


entre los sueños y el rellano


com amables palabras se suspiran


él y ella, tantos años,


que sin querer decir palabra


pasan rozándose la mano.





¿Y si se besasen?


Valdría la pena entonces


que siguiésen callando.





Aquél viejo pobre del banco,


un señor de los de antaño,


de recuerdos duros como su guerra


de añoranzas por el gran amor


que dejó amando,


también él espera, ofreciéndo


sus tristes, roídos labios,


a que los pájaros hambrientos vengan


a picotear la desdicha


que ofrece a puñados.





Y se besan,


viejo, pan y pájaro,


como se besan los policías


en pareja y uniformados


al calor de las esquinas


sin delincuentes ni altercados.





Se besan los ñiños y las


niñas, en sus juegos


a balón parado,


se besan también los trenes


con sus cuerpos de metal


y sus brazos musculados,


cuando se cruzan en los túneles


con silbidos de pasión


en la intimidad de los románticos.





Se besan los coches


en la caricia del asfalto,


se besan los árboles


al brindar con sus copas


por el sol y por los años,



los cuadados de la pizarra


esperan, para besar a los triángulos;


las fuentes y los turistas,


los billetes y los bancos,




la luz de la luna y tu cuerpo,


el profesor y sus teorías,


el dominó y los ancianos,


el mechero y el cigarro.





¡Qué día más luminoso!



Rodeado por mil pasos,


el interrogante en la mano,


te cojo de las megillas,




¿Nos besamos?



lunes, 13 de octubre de 2008

Isabel Quiñones - Me Abres

Nadie, ni el silencio
me abre
como tú, ni el tiempo.


Agradecimientos: http://mimundoreloco.blogspot.com/



jaime Gil de Biedma - No volveré a ser joven

Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.

Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos
-envejecer, morir, eran tan sólo
las dimensiones del teatro.

Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra.

Finis Terrae

 En el final del mundo no hay ventanas os pensáis que se ve bonito y solo se ven heridas, lágrimas un dolor que tapa la ropa que no se dice ...