jueves, 20 de agosto de 2009

Mario Benedetti - El Sur también existe

Con su ritual de acero
sus grandes chimeneas
sus sabios clandestinos
su canto de sirenas
sus cielos de neón
sus ventanas navideñas
su culto a dios padre
y de las charreteras
con sus llaves del reino
el norte es el que ordena

pero aquí abajo abajo
el hambre disponible
recorre el fruto amargo
de lo que otros deciden
mientras que el tiempo pasa
y pasan los desfiles
y se hacen otras cosas
que el norte no prohíbe
con su esperanza dura
el sur también existe

con sus predicadores
sus gases que envenenan
su escuela de chicago
sus dueños de la tierra
con sus trapos de lujo
y su pobre osamenta
sus defensas gastadas
sus gastos de defensa
son su gesta invasora
el norte es el que ordena

pero aquí abajo abajo
cada uno en su escondite
hay hombres y mujeres
que saben a qué asirse
aprovechando el sol
y también los eclipses
apartando lo inútil
y usando lo que sirve
con su fe veterana
el sur también existe

con su corno francés
y su academia sueca
su salsa americana
y sus llaves inglesas
con todos sus misiles
y sus enciclopedias
su guerra de galaxias
y su saña opulenta
con todos sus laureles
el norte es el que ordena

pero aquí abajo abajo
cerca de las raíces
es donde la memoria
ningún recuerdo omite
y hay quienes se desmueren
y hay quienes se desviven
y así entre todos logran
lo que era un imposible
que todo el mundo sepa
que el sur también existe.





[dedicat al Esteban, que també existeix].




miércoles, 19 de agosto de 2009

Teatro

La soledad desparejada que se
sienta esquinada en un rincón,
las aristas conjuradas a clavarse
en la retina,
los números de feria y lotería
sorprenden a la ilusión.


El salón baldío que transciende
más allá de la mísera estancia
de familia hecha pendencia,
hecha desagüe,
costra blanda de la incoherencia
adosada a las nubes de la carne,
desdibujados retazos pasados del
viejo desatino atolondrado
de la pasión.



En todo aquel mugriento recuerdo salado
rige la ley del teatro:
los cordones de las marionetas,
compuestos de un sucísimo barro,
se secan bajo el acalorado golpear
del silencio,
agresión distante y consciente
contra cuanto significaban
siempre
vuestros abrazos.



Una vez.

Una vez abajo,
el telón disiente del texto acordado,
y con trémulas grafías de intestino delgado
rasga sangre, rasga voz,
rasga mentiras
para caer yaciendo,

telón, velada y engaño,
sin recuerdos emparentados,
sin nombre de apellido,
sin aplauso.


Finis Terrae

 En el final del mundo no hay ventanas os pensáis que se ve bonito y solo se ven heridas, lágrimas un dolor que tapa la ropa que no se dice ...