La tumba abierta,
las llaves del coche
sobre la mesa,
las cajas cerradas inundan
el pasado, anegado con
tantas anécdotas,
la suerte del tiempo,
esa vida que ahora dejas.
En una calle cualquiera
espera una furgoneta,
alquilado billete de ida,
sólo ida,
hacia la naturaleza muerta.
Dejas atrás tu nombre
escrito en letras de luz sobre
las esquinas de la tierra.
Dejas aquí un amigo
(que soy yo)
un puñado de proyectos
sin fecha
y el diario sin terminar
de un intento,
ilusión maltrecha
por ser tu nombre
sin olvidar su penitencia.
Este billete de viaje
bien vale cuanto suma,
cuanto resta,
la última oportunidad te espera
al cruzar la puerta.