Esta es una de mis facetas favoritas.
Es, de hecho, mi canción. Con otra cara. Otra cara preciosa.
Había un hombre en la calle
durmiendo estirado en el suelo
los niños pasaban
jugando con hojas secas
caídas de los árboles
al hombre le salían monedas
de pequeño valor
entre sus encorvados dedos
las monedas tenían el mismo color
que aquellas hojas secas
parecían caídas de sus manos
las monedas
como resultado del otoño.
Había un hombre
aunque bien podía haber sido,
ya sabes,
un montoncito de ropa
olvidado al azar
por alguien
sobre el asfalto
parecía que hacía tiempo que para él
la primavera hubiera pasado
quizás dormía
había alcohol en un recipiente cercano
me hubiese gustado tomar un trago
y sonreirnos ambos con un rayo de sol
pintándo de rosa nuestros labios
Había un hombre,
y yo hice como tú,
seguí andando.
En el final del mundo no hay ventanas os pensáis que se ve bonito y solo se ven heridas, lágrimas un dolor que tapa la ropa que no se dice ...