La soledad desparejada que se
sienta esquinada en un rincón,
las aristas conjuradas a clavarse
en la retina,
los números de feria y lotería
sorprenden a la ilusión.
sienta esquinada en un rincón,
las aristas conjuradas a clavarse
en la retina,
los números de feria y lotería
sorprenden a la ilusión.
El salón baldío que transciende
más allá de la mísera estancia
de familia hecha pendencia,
hecha desagüe,
costra blanda de la incoherencia
adosada a las nubes de la carne,
desdibujados retazos pasados del
viejo desatino atolondrado
de la pasión.
más allá de la mísera estancia
de familia hecha pendencia,
hecha desagüe,
costra blanda de la incoherencia
adosada a las nubes de la carne,
desdibujados retazos pasados del
viejo desatino atolondrado
de la pasión.
En todo aquel mugriento recuerdo salado
rige la ley del teatro:
los cordones de las marionetas,
compuestos de un sucísimo barro,
se secan bajo el acalorado golpear
del silencio,
agresión distante y consciente
contra cuanto significaban
siempre
vuestros abrazos.
rige la ley del teatro:
los cordones de las marionetas,
compuestos de un sucísimo barro,
se secan bajo el acalorado golpear
del silencio,
agresión distante y consciente
contra cuanto significaban
siempre
vuestros abrazos.
Una vez.
Una vez abajo,
el telón disiente del texto acordado,
y con trémulas grafías de intestino delgado
rasga sangre, rasga voz,
rasga mentiras
para caer yaciendo,
el telón disiente del texto acordado,
y con trémulas grafías de intestino delgado
rasga sangre, rasga voz,
rasga mentiras
para caer yaciendo,
telón, velada y engaño,
sin recuerdos emparentados,
sin nombre de apellido,
sin aplauso.
sin recuerdos emparentados,
sin nombre de apellido,
sin aplauso.
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