jueves, 11 de junio de 2009

Sandalias de Granada

Por buscar tus zapatillas,
y tenían que ser blancas,
nos fuimos a Granada

un mes antes de casarnos
la Alhambra entrelazada
y todo por unas sandalias
de cordones de roble y suelas
de cristal ribeteadas de plata.



Lorca, el viejo amigo,
te dirá que estás hecha jazmín,

hecha mirada,
y yo, ojos en mano,

busco tus zapaticos tiernos
desdibujados de guirnaldas

en la noche adiquinada.



Y tenían que ser blancas,
tú que eres bronce almizclado
en curvas de nata,
blancas tenían que ser,
como semilla de las almas,



con el cristal bien distinguido,
princesa de doce campanadas,
por buscar tu calzar de rocío,
nos llegamos a Granada.



Se derrama la luna en los bordes
romos del tímido beso
como el encuentro del ocaso y la alborada
y en el fondo de un estanque,
noche, noche cerrada,
una cajica de cedro
espera tus ojillos de madre,
mar en sombra,
enamorada.


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