viernes, 20 de marzo de 2009

Credo

Creo en la Iglesia católica
y en su eterna corrupción,
creo en la vida eterna entre tus piernas
en el sueño, en los lunes de trabajo
y las noches de gin-tónic i tabaco,

creo en los libros, señores del cielo
y la tierra,
en la divina poesía homérica,
en la alegría rutinaria desposada
en cualquier intrascendencia,
creo en nuestra conversación.
Soy el amo de esta vida,
mi cuerpo erecto es la sagrada comunión,
creo en los infiernos de la guerra,
en la luz solar despuntando al alba
cada día en su gracia,
en los colores vivos del despertar,
en la eternidad del amor.



Creo en un Cristo bien crucificado,
en las montañas nevadas,
en los cuerpos estampados de sudor.

Creo en el paso del tiempo,
en las rutinas alteradas,
no me arrepiento del pasado,
ni de la música de la mañana
o la mortal herida que adolece
inhiesta como una espina,



creo en tus ojos, único Dios,

creo en la madre que me parió.


Despedida

El ángulo recto en la esfera incierta
la pista de despegue tiritaba
con el frío de la mañana hecho pedazo
por la voluntad más desierta.



El embarque finalizaba con
las lágrimas ocultas en la
comisura de la lengua,
los recuerdos de aquella infancia,
de las romerías y las ausencias.
El alto arbol que flota en su bailar,
los años de barro, las marcas vivas,
esas historias de niño y de hombre
que hacen del encuentro un rumor
como el del anillo y la sonrisa.



No hay lugar mejor
que la asepsia de los bancos
y los vídrios para evitar las
despedidas.

Una voz de gallo canta las
noticias de llegadas y bienvenidas,
esos ojos de antaño
cubiertos por la añoranza consciente
de su sabiduría
se evaden en el exilio de un
adiós,

ocultos en la máscara de la despedida.


Expermiento 01 [descarte]

Experimento 01:
cojo esta puerta
y la cierro.



Os dejo a todos fuera,
miro profundo a mis adentros
en la estancia vacía.



Experimento 02:

Por el camino a Dios
encontré la apostasía.

Lleva tu nombre de amor
y el clamor de tu cuerpo
desnudándome la vida.



Experimento 03:

Cojo esta puerta
y la abro al faro,
a la vida,  al viento,
a vosotros, que sois regazo
en el abrazo de las noches
y los días.


Resusltado del encuentro:

La amplitud del espacio,
la ruptura del vídrio
que envuelve la isla
entre estos versos
científicamente provados

de nostalgia, soledad, lejanía.


miércoles, 18 de marzo de 2009

La razón de la sinrazón: Carta abierta.

La razón de la sinrazón. Carta abierta.



Señores,

En el día de hoy, la democracia occidental, y en concreto, la española, ha puesto de manifiesto una de sus contradicciones. Frente a los valores que revisten los maravillosos discursos de nuestra sociedad, como la participación, la solidaridad, la responsabilidad o la lucha por un mundo sin violencia, esta mañana muchas de estas ideas han caído en el suelo árido del asfalto y la piedra que recubren la Plaça de la Universitat, en el centro de Barcelona. Y es que, pese a las ideas de unos y otros, el Estado ha demostrado una vez más que uno de sus elementos definidores es el monopolio del ejercicio de la violencia, tal y como han demostrado las acciones de los cuerpos policiales contra los estudiantes que cualquiera de nosotros habrá podido observar en las imágenes de los informativos.  Me pregunto cómo puede ser que hayamos llegado a este punto. Este país nuestro, esta democracia que es, en sí misma, una representación de nosotros y de nuestra voluntad, ha dejado de lado sus mitos fundacionales y ha recuperado el pasado más negro de España de forma activa. Me pregunto también qué pasaría si yo mismo hubiese estado entre los presentes, qué hubiese hecho, cómo hubiese reaccionado ante este inhóspito espectáculo del centro de la ciudad.



Con demasiada frecuencia, la opinión pública ha cargado las tintas en contra del carácter de los jóvenes de nuestro tiempo, de su nihilismo y su despreocupación, de su falta de respeto a todo cuanto fue una reivindicación vital durante el período de la tan reciente dictadura. Sorprende entonces que en el mismo momento en que nuestros muchachos se involucran en la lucha por una sociedad mejor para el futuro, la respuesta haya sido la de la represión. El diálogo ha muerto esta mañana. Pienso en esos estudiantes universitarios, que son la democracia de hoy y de mañana, hijos y nietos de todos nosotros, pidiendo aquello que consideran justo. No encuentro tampoco justificación en los discursos oficiales que justifican la acción desmesurada del ejercicio de la brutalidad y el descontrol de las fuerzas de seguridad. En este caso, creo, parece como si quisiesen protegernos de nosotros mismos, de nuestra propia voluntad. Y, recodemoslo, la democracia es fruto de la unión de la voluntad individual de una forma colectiva. Quizás deberíamos recordar cuánto costó obtener todo lo que ahora nos permite formar parte del estado de bienestar con el que tanto nos congraciamos. Cuántas luchas hicieron falta, y el sinsentido de los palos que se les dieron a tantos ciudadanos.

Aquellos jóvenes nuestros (porque son nuestros) han apostado por la reflexión, cosa normal y encomiable, evidente en estudiantes universitarios, gente formada para la crítica y la opinión. En las clases han aprendido que el mundo se cambia gracias a la acción. Y su acción ha sido plenamente pacífica, tal y como atestiguan las múltiples plataformas de profesores e investigadores que han dado su apoyo a las movilizaciones, comprendiendo que los estudiantes estaban poniendo en práctica aquello que entendían que era lo correcto. Si las cosas no hubiesen sido como han, es probable que incluso les considerásemos verdaderos héroes de nuestro tiempo. Es más, si las imágenes de esta mañana tuviesen una proveniencia externa, hechos que aconteciesen en un país extranjero cualquiera, el impacto emocional hubiese movido a muchos a empatizar con todos ellos. Pero esto que vemos ha pasado aquí, somos nosotros mismos y nuestros cuerpos policiales, nuestros recursos y nuestros representantes los que han puesto de manifiesto que el verdadero recurso inapelable de la democracia que somos es, al fin y al cabo, el ejercicio de la violencia, la supresión violenta de cualquier reflexión. La crítica como punto de inflexión también ha sido apaleada esta mañana.



Qué fácil nos resulta ahora dibujar a estas víctimas de nuestras propias condenas democráticas como los culpables de cuanto ha pasado. Los jóvenes, al fin y al cabo, nos decimos, sólo saben de fiestas y sucedáneos. Pero esta mañana algo ha dejado de tener sentido. Nosotros mismos y nuestros ideales constitucionales, si lo pensamos un rato.





Finis Terrae

 En el final del mundo no hay ventanas os pensáis que se ve bonito y solo se ven heridas, lágrimas un dolor que tapa la ropa que no se dice ...