En la mano un bolso de abuela.
La vieja, todo sonrisa, con su piel
de naranja y su mirada de cera.
La vieja, todo sonrisa, con su piel
de naranja y su mirada de cera.
Del brazo la acompaña una amiga,
casi tan antigua como las modas
y las coherencias.
Pasean, aisladas del ruido por
el compartido diálogo de la sordera.
casi tan antigua como las modas
y las coherencias.
Pasean, aisladas del ruido por
el compartido diálogo de la sordera.
Se caminan los puestos, los jovenes
que meten mano en los vaqueros de sus parientas;
las caminantes comentan,
rien, probablemente ni piensan.
El tiempo está de su parte
en la tierna ingenuidad de un atardecer
del dorado final de la primavera,
la mano, el bolso,
la compañía ineludible sube y baja las ramblas
con el recuerdo como aliado
y la noche entre las piernas.
que meten mano en los vaqueros de sus parientas;
las caminantes comentan,
rien, probablemente ni piensan.
El tiempo está de su parte
en la tierna ingenuidad de un atardecer
del dorado final de la primavera,
la mano, el bolso,
la compañía ineludible sube y baja las ramblas
con el recuerdo como aliado
y la noche entre las piernas.