Donde el buen pastor se lamenta
Hombres desesperados, mujeres desesperadas divididas
Extendiendo sus alas bajo las hojas caídas.
En vísperas de San Juan, cerca de la torre.
Enviando sus pensamientos a una querida doncella
Cuyo rostro de ébano está más allá de la comunicación
El capitán está abatido pero aún creo que su amor será restituido.
Un mensajero llegó con un ruiseñor negro
La vi en las escaleras y no pude evitar seguirla
Seguirla hasta pasada la fuente donde alzaron su velo.
Con los puntos curando todavía debajo de un tatuaje con forma de corazón
Sacerdotes renegados y pérfidas jóvenes brujas.
El palacio de espejos
Donde los perros soldados se reflejan
El camino interminable y el lamento de tañidos
Los cuartos vacíos donde su recuerdo es protegido
Donde las voces de los ángeles susurran a las almas de tiempos previos.
Ella lo despierta
Cuarenta y ocho horas después, el sol está saliendo
Cadenas rotas, laurel de montaña y rocas rodantes
Ella ruega saber qué medidas tomará él ahora
Caballeros, les dijo él
No necesito su organización, he lustrado sus zapatos
He movido sus montañas y marcado sus cartas
Pero el Edén está ardiendo, o se preparan para ser aniquilados
O de otro modo, vuestros corazones deberán tener coraje para el cambio de guardia.
Pero no traerá recompensa salvo que sus falsos ídolos caigan
Y la muerte cruel se rinda con su pálido fantasma retirándose
Entre el Rey y la Reina de Espadas.