En algún párrafo de mierda de la mierda que Martland lee, Martland había leído que los hombres corpulentos caminan con sorprendente y liviana gracilidad. Así que el tipo se mueve como un elfo galante a la espera de que lo pille un duende. Entró pavoneándose en silencio, gatuno y absurdo, meneando sus posaderas.
K. Bonfiglio, No me apuntes con eso, pág. 7.
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