jueves, 19 de junio de 2008

Angel Gonzalez - Me basta así.

Si yo fuese Dios


y tuviese el secreto,


haría un ser exacto a ti;


lo probaría


(a la manera de los panaderos


cuando prueban el pan, es decir:


con la boca),


y si ese sabor fuese


igual al tuyo, o sea


tu mismo olor, y tu manera


de sonreír,


y de guardar silencio,


y de estrechar mi mano estrictamente,


y de besarnos sin hacernos daño


—de esto sí estoy seguro: pongo


tanta atención cuando te beso—;


                                entonces,


 


si yo fuese Dios,


podría repetirte y repetirte,


siempre la misma y siempre diferente,


sin cansarme jamás del juego idéntico,


sin desdeñar tampoco la que fuiste


por la que ibas a ser dentro de nada;


ya no sé si me explico, pero quiero


aclarar que si yo fuese


Dios, haría


lo posible por ser Ángel González


para quererte tal como te quiero,


para aguardar con calma


a que te crees tú misma cada día


a que sorprendas todas las mañanas


la luz recién nacida con tu propia


luz, y corras


la cortina impalpable que separa


el sueño de la vida,


resucitándome con tu palabra,


Lázaro alegre,


yo,


mojado todavía


de sombras y pereza,


sorprendido y absorto


en la contemplación de todo aquello


que, en unión de mí mismo,


recuperas y salvas, mueves, dejas


abandonado cuando —luego— callas...


(Escucho tu silencio.


                     Oigo


constelaciones: existes.


                        Creo en ti.


                                    Eres.


                                          Me basta).



martes, 17 de junio de 2008

Cántaro

Hemos ido sacando
tantas palabras del cántaro
que a veces parece
que se hayan agotado.

En el silencio tierno
del fuerte abrazo,
la sal y el pan
entrelazados,
quedamos mudos
quietos como un estanque dorado
alimentando un aliento
con el recuerdo presente
de verbos pasados.

Quedamente,
habremos de volver
apretando las lenguas anudadas
cuerpo con cuerpo
tu mano sobre mi mano
a la fuente del amor
para llenar el cántaro

con rumor de risas,
palabras compartidas entre
suspiros acompasados.

Postal

Siento que estamos
tan lejos
uno del otro
que a veces parece
que nos encontramos.

Pero es un instante
una duda del paisaje.
Si el mundo es una isla
nos veremos en el espejo
inevitable del mar,
nuestras sombras dibujadas
en un beso
componiendo una postal
del sol poniente
anclado a perpetuidad.   

El cardenal Mazzarino dice... - Breviario para políticos I

Procura no enfurecerte con alguien con excesiva prontitud:
muchas veces descubrirás que son informes malintencionados
los que  te han inducido a error respecto a  esa persona.
Ahora bien, si antes de descubrirlo, te has dejado llevar por
la cólera, el daño recaerá sobre ti.



lunes, 16 de junio de 2008

Alí Al Haded - Ayeres de poetas

Beso lánguido del sol sobre la panza
de la vida...
Risas de un otoño sobre un árbol...
Tiempo que expira entre bostezos
y pétalos de rosas...
Viento que tañe las campanas...
Mujer que se desnuda en sacrificio
frente al mar entre sollozos y espumas...
Cielo que se contrae en un punto para no morir
ni mostrar su hilacha...
Nostalgia inminente de una aguja en el cuadrante...
Ruido de carruajes y relincho de caballos...
Voces de los ángeles y resplandores...
Augusta tarde sobre el campus...


¡Subsidio de flores al poeta que llevamos dentro!



viernes, 13 de junio de 2008

El viejo dice... - La Mar

Decía siempre la mar. Así es como le dicen en español
cuando la quieren. A veces los que la quieren hablan mal
de ella, pero lo hacen siempre como si fuera una mujer.
Algunos de los pescadores más jovenes, los que usaban
boyas y flotadores para sus sedales y tenían botes de
motor comprados cuando los hígaods de tiburon se
cotizaban altos, empleaban el artículo masculino, le
llamaban el mar. Hablaban del mar como de un contendiente
o de un lugar, o aun un enemigo. Pero el viejo lo concebía
siempre como perteneciente al género femenino y como algo
que concedía o negaba grandes favores, y si hacía cosas
perversas y terribles era porque no podía remediarlo.
La luna, pensaba, le afectaba lo mismo que a una mujer.


E. Hemingway, El Viejo y el Mar.

Celso Emilio Ferreiro - Longa Noite de Pedra

O teito é de pedra.


De pedra son os muros


i as tebras.


De pedra o chan


i as reixas.


As portas,


as cadeas,


o aire,


as fenestras,


as olladas,


son de pedra.


Os corazós dos homes


que ao lonxe espreitan,


feitos están


tamén


de pedra.


I eu, morrendo


nesta longa noite


de pedra.




(en recordo dos meus, especialmente do Lois e mailo Eberto.


Eles xa o saben...)



Finis Terrae

 En el final del mundo no hay ventanas os pensáis que se ve bonito y solo se ven heridas, lágrimas un dolor que tapa la ropa que no se dice ...