Con cuatro pasitos
de baile
puntillas a la
espera
de un sol
que desespera
Hay moscas acinadas
en las ventanas
de la primavera
Pasan algunos ojos
bajos
por las escaleras
compartidas
de un silencio
rompedor
de cambios de acera
y la pobreza se mira
de par en par
con los espíritus
de
esta oscura
madriguera
Nunca los huertos
estuvieron
tan libres de hiedra
rampantes los
espejos
sólidos entre
tinieblas
Pero hay luz
en la infancia
atronadora
del deseo y de la
piedra
torrente dulce
como el estallido
rebelde de la
hierba.
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