Creo en la Iglesia católica
y en su eterna corrupción,
creo en la vida eterna entre tus piernas
en el sueño, en los lunes de trabajo
y las noches de gin-tónic i tabaco,
creo en los libros, señores del cielo
y la tierra,
en la divina poesía homérica,
en la alegría rutinaria desposada
en cualquier intrascendencia,
creo en nuestra conversación.
Soy el amo de esta vida,
mi cuerpo erecto es la sagrada comunión,
creo en los infiernos de la guerra,
en la luz solar despuntando al alba
cada día en su gracia,
en los colores vivos del despertar,
en la eternidad del amor.
y en su eterna corrupción,
creo en la vida eterna entre tus piernas
en el sueño, en los lunes de trabajo
y las noches de gin-tónic i tabaco,
creo en los libros, señores del cielo
y la tierra,
en la divina poesía homérica,
en la alegría rutinaria desposada
en cualquier intrascendencia,
creo en nuestra conversación.
Soy el amo de esta vida,
mi cuerpo erecto es la sagrada comunión,
creo en los infiernos de la guerra,
en la luz solar despuntando al alba
cada día en su gracia,
en los colores vivos del despertar,
en la eternidad del amor.
Creo en un Cristo bien crucificado,
en las montañas nevadas,
en los cuerpos estampados de sudor.
en las montañas nevadas,
en los cuerpos estampados de sudor.
Creo en el paso del tiempo,
en las rutinas alteradas,
no me arrepiento del pasado,
ni de la música de la mañana
o la mortal herida que adolece
inhiesta como una espina,
en las rutinas alteradas,
no me arrepiento del pasado,
ni de la música de la mañana
o la mortal herida que adolece
inhiesta como una espina,
creo en tus ojos, único Dios,
creo en la madre que me parió.
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