Mirando mujeres
viéndolas caminar
reír, comer,
hablar
sintiendo la esfera de su existencia
golpeando más allá de la retina,
en la consciencia singular.
viéndolas caminar
reír, comer,
hablar
sintiendo la esfera de su existencia
golpeando más allá de la retina,
en la consciencia singular.
Mirando mujeres
admirando la ternura cuidadosa
de su sensual movilidad,
blandas esfinges sonrientes
ante la intrépida embestida
de la complejidad vital,
un útero lleno de agua y flores
que se siembra en cada paso,
cada mar.
admirando la ternura cuidadosa
de su sensual movilidad,
blandas esfinges sonrientes
ante la intrépida embestida
de la complejidad vital,
un útero lleno de agua y flores
que se siembra en cada paso,
cada mar.
Mirando mujeres,
viéndolas amar,
soplando los pétalos de polvo perenne
que flotan en la incompleta reconstrucción
de cada alma, cada hogar,
son nubes que mueve el viento
encima de sus montañosos tacones
elegantes, distantes,
agradable composición de olores cálidos
que zarandean el entorno de su contorno
deformado
de irreal rotundidad.
Mirando mujeres,
soy un preso del gineceo
y un pañuelo blanco sobresale de mi
soplando los pétalos de polvo perenne
que flotan en la incompleta reconstrucción
de cada alma, cada hogar,
son nubes que mueve el viento
encima de sus montañosos tacones
elegantes, distantes,
agradable composición de olores cálidos
que zarandean el entorno de su contorno
deformado
de irreal rotundidad.
Mirando mujeres,
soy un preso del gineceo
y un pañuelo blanco sobresale de mi
caballerosidad.
En lo alto de mi consciencia,
ser social;
reside un irredento deseo
de la femineidad.
ser social;
reside un irredento deseo
de la femineidad.
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