Altas, esbeltas, con el rostro terso, ingenuas aunque confiadas,
eran terriblemente inglesas. Parecían tan libres, pero en realidad
estaban tan confusas y paralizadas en su fuero interno. Daban
la impresión de ser alegres y originales y, sin embargo, eran tan
convencionales que acababan encerrándose en sí mismas.
Aparentaban ser dos audaces y altos balandros jóvenes que
abandonaban el puerto rumbo a los amplios mares de la vida,
pero en realidad no eran más que dos pobres jóvenes desorientadas
que se movían de un fondeadero a otro, echando el ancla
en cuanto podían.
Extraido de D. H. Lawrence, La virgen y el Gitano, Ed. Impedimenta, Madrid (2008), pág. 23-4.
eran terriblemente inglesas. Parecían tan libres, pero en realidad
estaban tan confusas y paralizadas en su fuero interno. Daban
la impresión de ser alegres y originales y, sin embargo, eran tan
convencionales que acababan encerrándose en sí mismas.
Aparentaban ser dos audaces y altos balandros jóvenes que
abandonaban el puerto rumbo a los amplios mares de la vida,
pero en realidad no eran más que dos pobres jóvenes desorientadas
que se movían de un fondeadero a otro, echando el ancla
en cuanto podían.
Extraido de D. H. Lawrence, La virgen y el Gitano, Ed. Impedimenta, Madrid (2008), pág. 23-4.
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