Nunca viajaré a Tamerlán.
Y Samarcanda es el final de
un camino prohibido para mi.
Cartago fue destruido,
arrasado Corinto,
con sus templos, sus vicios,
su libertad.
Echo de menos los sueños
de Damasco en las noches
de Bagdag.
Quién pudiera bajarse de un
viejo barco, en una noche cualquiera
de San Juan, y ollar con
pies de barro las ciudades
de un tiempo anciano,
Bucefalia al este,
Camelot al oeste,
a lo lejos, la ciudad.
Y Samarcanda es el final de
un camino prohibido para mi.
Cartago fue destruido,
arrasado Corinto,
con sus templos, sus vicios,
su libertad.
Echo de menos los sueños
de Damasco en las noches
de Bagdag.
Quién pudiera bajarse de un
viejo barco, en una noche cualquiera
de San Juan, y ollar con
pies de barro las ciudades
de un tiempo anciano,
Bucefalia al este,
Camelot al oeste,
a lo lejos, la ciudad.
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