Han llegado ya
las aguas
torrenciales
de mi cuerpo
a tus labios
corrientes de sangre
que resuenan en
los ecos de las
cavidades
ocupadas por secretos
y mentiras
escondidas
descubiertas
conocidas, como suelen,
por las gentes
de otros lares.
En el final del mundo no hay ventanas os pensáis que se ve bonito y solo se ven heridas, lágrimas un dolor que tapa la ropa que no se dice ...
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