El
vino y la copa
el placer en la mano
brindando
y el
mirar.
Un vaso de agua
en un día de sequía
y
más.
Simiente de otoño
y dátil de barro
entre
los dedos con dedos
y los gestos mundanos.
Una calada al
cigarro,
de arriba a abajo,
lengua de palabras de
antaño,
lengua de besos
largos
suave calor de un
racimo de brisa
de un vientre
alborotado.
II.
Arco
y flecha,
verde viento de
prado
y puerto de niebla,
lucecilla temblorosa y rebelde
de la noche
que
luego se baila entre tinieblas
Si
un movimiento te invita,
ríes, miras a diestra, y extiendes
tu
sombra a la siembra de
las horas
entre palabras y carreteras.
Tu
corazón es pan tierno que se
abre
cálido a la mañana
de los esfuerzos y las promesas
y
la esperanza, en infusión, tarritos
de conserva en las
alacenas.
La
maestra de las acequias
ondulada sonrisa traviesa
que apaga
luces a la espalda
y besa de frente
con la boca fresca de
menta.
Flor de viento y marea
cuerpo de piel y de
tierra
el agua de la melodía que
se te escurre por las
caderas.
Cara
de poquer
y gemidos tiernos,
firme
diente de león
jugando a arrancarse el viento
y
las entretelas.
La
mano en tierra
el alma al camino
sonrisa
cautivada por los encantamientos
de vino y tiempo
ventanas
de madera
montaña
y aliento.
En
algún lugar fuiste
el
fino hilo de un cristal
forjado
por el rigor del invierno.
Eres
sal, arena y hierba
que se despereza, amaneciendo.
Fija
la atención
en el próximo baile
del jugar del beso
con
las piedrecillas de un arroyo
que
quiere ser torrente
de
sentimientos.
III.
Serpenteas
los linderos
jugando
movimientos.
Un
vino en la mano
invitando al firmamento
los labios mojados
de
tus gentes y tus sueños
paisaje
de trompeta
carretera
y manta
tundras
herrantes
alentando
bellas
geografías
de
caminar
soplos
de brisa
ente
el rocío y la serena
de
los amantes
candela
y canela
la
rama en la tierra
el
mar es siempre
primavera
son
las noches
robadas
a la esperanza
del
sol y el beso salado
por
las aceras.